Barcelona, 19 de octubre de 2025 — Sala Razzmatazz.
Airbag sigue escribiendo su capítulo europeo a golpe de distorsión y oficio. Lo que ocurrió en Razzmatazz fue una muestra de fuerza más que de nostalgia: el trío argentino confirmó que su sonido de estadio se sostiene en la cercanía y en la conexión emocional con un público que ya no se limita al Río de la Plata.
El concierto formó parte de la gira “El Club de la Pelea”, y su arranque fue un aviso: Jinetes Cromados y Anarquía en Buenos Aires encadenadas sin pausa, marcando un patrón de intensidad que se mantendría hasta el final. Airbag tocó con la confianza de quien domina su territorio. La técnica de Pato Sardelli sigue siendo su carta de presentación —solos precisos, riffs diseñados para levantar multitudes— pero esta vez el trío equilibró virtuosismo y comunicación.
Rock clásico con ADN propio
En un panorama donde el hard rock latino no suele ocupar titulares, Airbag impone una estética que combina la herencia de los ochenta con una pulcritud contemporánea. Vivamos el Momento mostró esa dualidad: base sólida, coros coreables y una bandera argentina que terminó colgada en el micrófono, símbolo de una comunidad que viaja con ellos.
El repertorio navegó por toda su discografía: desde Noches de Insomnio hasta Extrañas Intenciones, donde el público respondió como en casa. En Huracán llegó el punto técnico de la noche —Pato ejecutando un solo con una sola mano mientras el otro brazo descansaba—, un gesto entre demostración y guiño, celebrado con euforia.

Entre el show y el ritual
Más allá de la precisión instrumental, lo que diferencia a Airbag en directo es su manejo del pulso emocional. En Cae el Sol se detuvo el tiempo: la voz al límite, el público cantando a todo pulmón, y una energía que pareció expandir la sala. Luego, Himno Nacional Argentino versionado en clave metal sirvió de puente simbólico entre el orgullo y la celebración colectiva. Guido brindó por “Argentina, Barcelona y toda Hispanoamérica”, y el aplauso fue transversal.
Una banda que crece a contracorriente
Otoño del ‘82 marcó el momento más íntimo: Pato al piano, copa en alto, agradeciendo a quienes “dejaron parte de su vida en otro país”. Ese instante, más que un descanso, fue una reafirmación: Airbag ya no toca solo para argentinos en el extranjero; su propuesta ha encontrado eco en nuevos públicos que valoran el show sin necesidad de referencias previas.
El cierre con Kalashnikov, Por mil Noches y Colombiana consolidó esa sensación de catarsis colectiva. Dos horas y media de hard rock sin artificios, con la mirada puesta en el futuro.
Airbag salió de Razzmatazz sabiendo que el trabajo de años empieza a rendir frutos en suelo europeo. Entre la precisión y la entrega, el trío reafirmó su lugar como una de las bandas más consistentes del rock latino actual.

Dar las gracias como siempre a Livenation por la acreditación y a Mariana Gómez Torres (@mgzmag) por las fotografías.

